Cada vez que miro mis manos, me veo la cara desnuda.
Las palabras surgen de ellas, mis manos, hacedoras de ruido
y con tanta música se me eleva el alma hasta los cielos.
Mis pies aun siguen y caminan y soportan el peso de mis culpas;
afanosamente persisten en su tarea y las huellas son cada vez
un agujero más profundo en la historia de mi historia y de tu historia.
Y así puedo seguir un largo rato, por párrafos y párrafos,
hilando con cuidado y suavidad las ondas y curvas
que han definido hasta ahora lo que soy y he sido;
podría proyectar sobre el papel la hiperforma verdadera,
o por lo menos percibida, en que consiste mi propia existencia
y dibujaría los contornos, medios difusos por supuesto y
resaltando con verdadero placer las fronteras más ambiguas
de todo lo que me separa del resto, de todo lo que está separado de mí.
Lástima que tras plasmar tantas certezas y profundidades exquisitas
quede sobre el papel tan un solo garabato solitario e ininteligible.
Las complicaciones de plasmar rasgos tan complejos y en múltiples dimensiones, proyectándolos a una base de cardinalidad 1. Al final, la escritura no es más que una impresionante reducción de dimensiones, y sólo queda esperar que el resultado sea lo mejor posible.
ResponderEliminarPS: Ojalá sea el primero de muchos. Saludos.
puede seeer aah...
ResponderEliminarlo triste es que entiendo perfecto lo que quieres decir... jajajaja
Espero que no sea la última pues!
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